Lo único malo de las efemérides es la excusa para solo acordarnos de un tema concreto en ese día. Costó un «pequeño empujón» concretar los primeros derechos de los niños y niñas. Fue un poco más complejo elaborar la Declaración Universal de los Derechos de la Infancia. Algunos autores elaboraron su propia carta de derechos para estas criaturas. Y después de tantos años, hoy volvemos a recordar esta declaración.
En esta ocasión, nosotros hemos querido dar un pequeño giro y buscar, en nuestro corazón, los derechos que consideramos imprescindibles, derechos que emanan desde dentro de nuestro ser.
Siempre que se acerca esta fecha, volvemos a revisar la Declaración de los Derechos de los niños y las niñas. Revisamos los derechos y reflexionamos entre lo que está escrito y lo que sucede en los contextos más cercanos.
Ares González Hueso
La Convención sobre los Derecho del niño es un antes y un después porque a partir de esta, un niño o niña (hasta los 18 años) deja de ser considerado como un objeto de protección y se convierte un sujeto titular de derechos.
Lo que significa que puede expresar opiniones, tener libertad de pensamientos y no se podrá atacar su honra y reputación física o verbalmente. Lo cual la mayoría de adultos deberíamos revisar. El niño por el hecho de no poder expresar verbalmente en sus primeros años sus necesidades se ve inmerso en multitud de experiencias que no respetan su desarrollo vital.
Por poner un ejemplo aparte, la Convención dicta en su artículo 17 que es obligación del Estado tomar medidas contra los medios de comunicación para proteger al niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar.
Sin embargo, vemos una y otra vez cómo se aprovechan de los niños y niñas como objetos de mercado para para vender juguetes, películas, productos de crianza… No hay más que abrir un folleto de una gran superficie o tragarse los anuncios previos a una película de cine.
Nuestros Derechos Imprescindibles
En esas revisiones, nos nace la idea de buscar los Derechos Imprescindibles de la Infancia. Transformando esa Carta Universal en propuestas más inmediatas.
Aquí empieza nuestra lista:
CRISTINA LLINARES. Derecho a la verdad, a conocer la realidad.
No quiero que me digas que te vas a trabajar y quedas en casa con mi hermanito pequeño mientras yo estoy en la escuela, que vas a comprar y vuelves por la noche, que vas a llegar pronto del trabajo y yo ya estoy en pijama, que mamá está de viaje cuando está en el hospital, que la enfermedad de la abuela es un catarro, que la vacuna no me va a doler nada, que si como muchos caramelos se me caerán todos los dientes,…cuéntame que a veces los mayores están tristes, enfadados, o alegres, no me digas que no pasa nada, yo sé que pasa, y saber me ayudará a confiar.
ESHTER ZARRÍAS RUIZ. Derecho a JUGAR
Todos los derechos que se recogen en la Convención sobre los derechos de los niños son importantes pero para mi uno de los que más me resuenan en estos momentos es el derecho a jugar, supongo que me apena comprobar cómo en los tiempos que vivimos cada vez se reduce más el tiempo de juego llenando este espacio de deberes, extraescolares y tantas otras actividades.
Los niños pequeños utilizan el juego libre y espontáneo para asimilar todo aquello que les rodea, depositan sobre él las experiencias que han vivido, a través de él son capaces de expresar cómo se sienten o cómo se han sentido con una situación concreta, experimentan, crean, imitan, repiten el comportamiento de los adultos y las personas que le acompañan, cambian de rol para comprender el comportamiento de unos y otros…
En definitiva, es una de las herramientas más poderosas que existen para aprender y entender el mundo que nos rodea. Dejemos pues a los niños JUGAR.
FRANCISCO CID. Derecho a la familia.
“Todo niño tiene derecho a una familia que le quiera y que le cuide”.
Todo niño tiene derecho a tener una familia, independientemente de su composición, exigiendo como único requisito, el que sea querido, atendido y cuidado. Y nadie, absolutamente nadie, debería negarle ese derecho.
El que me conoce sabe que soy conocido como el maestro de familia. Es un tema que me toca muy de cerca, por el componente afectivo que supone ese vínculo, porque como leí una vez, no sabemos de qué cielo o de qué infierno, proviene cada niño.
Todo niño tiene derecho a tener una familia, independientemente de su composición, exigiendo como único requisito, el que sea querido, atendido y cuidado. Y nadie, absolutamente nadie, debería negarle ese derecho.
HEIKE FREIRE. Derecho a vincularse con la Naturaleza.
Los niños y niñas de hoy deben poder acceder, igual que los de antes, a este derecho fundamental para sentar las bases de la persona a todos los niveles: físico, mental, social, emocional, creativo…
Para vivir plenamente la infancia, lo que significa ser humano: solo nos hacemos humanos en contacto con lo no-humano. Para tener vivencias y experiencias que nos constituyen como personas, que determinan significativamente el tipo de adultos que vamos a ser: nuestros talentos, valores, actitudes, capacidades, aspiraciones personales y profesionales…Más importante todavía para las criaturas que viven en entornos sociales y familiares complicados, porque les da un sentimiento de pertenencia y el amor incondicional que necesitan para crecer, les ayuda a superar traumas y a gestionar mejor sus emociones. Y fundamental para la Tierra: cuidar de esa riqueza que es la biodiversidad para ofrecérsela a nuestros hijos e hijas, a nuestras nietas, para cumplir nuestra responsabilidad como guardianes y transmisores de un legado de vida, como lo han hecho con nosotras nuestras abuelas y bisabuelas. Como se ha hecho siempre. Desde el pasado, para el futuro de este maravilloso planeta.
JOSÉ ANTONIO LÓPEZ. RODORÍN. Derecho a jugar
Los niños no es que tengan derecho a jugar, es una necesidad como lo es respirar o beber agua.
Por eso no se puede cercenar el derecho a jugar como no se puede negar a nadie el pan y la sal.
Añadir, por cierto, que ese derecho se debe mantener toda la vida. Dejamos muy pronto de jugar y así nos va.
MARI CARMEN DÍEZ NAVARRO. ¿Un derecho? Ser niños
El primer derecho de los niños y las niñas que me viene a la cabeza y al corazón es el derecho a ser niños, es decir, a moverse, a jugar, a curiosearlo todo, a entretenerse, a palpar la realidad, a imaginar, a fabular.
Porque estoy viendo que se estila cada vez más “adelantarlos”, estimularlos de continuo con las pantallas y los aprendizajes, quemar etapas para que crezcan a toda velocidad, saltarse cantarles nanas y contarles cuentos, llevarlos a la playa o al campo para que sientan, toquen y se maravillen con todo lo que vean, escuchar sus balbuceos y sus enfados, animarles al asombro, a las palabras, a la fantasía, a la amistad.
Los niños necesitan su tiempo para crecer sin presiones, desde su lugar y sus maneras. Y necesitan presencias, cariños y compañía. Las máquinas solo son un sucedáneo, un simulacro de vida. Nunca será lo mismo jugar con un amigo que ver a Pepa Pig.
¿Un derecho? Ser quienes son.
JOSÉ PICO
Mis derechos imprescindibles de la infancia:
- Derecho a ser respetados como personas completas
- Derecho a ser escuchados con voz propia
- Derecho a aprender jugando
LAURA ESTREMERA. Derecho a SER niños
Mi derecho imprescindible para la infancia es el derecho a SER niños, a que entendamos y respetemos su naturaleza, sus necesidades, su desarrollo.
SERGIO PFOERTZSCH. Derecho a opinar
La infancia, todos y cada uno de los menores de edad tienen derecho a opinar sobre aquello que les afecta pues no podemos olvidar que son personas. Todo lo que sucede en su entorno les afecta y merecen poder opinar sobre ello desde su perspectiva, sus gustos, necesidades y sin la “guía” de los adultos.
PABLO RUIZ BOJ. Derecho a la inclusión
Todos los niños tenemos talentos. Todos podemos entendernos y respetar nuestras diferencias para crear un mundo sano y en equilibrio.
Derecho a ser mirados, reconocidos y escuchados. A que reciban los cuidados necesarios para su salut y bienestar emocional.
Derecho a que los adultos sepamos poner los limites adecuados para su seguridad y bienestar personal.
Derecho a que los adultos acompañen a los niños en la construcción de su propia identidad y su propio yo.
Derecho a llorar y estar triste, a decir no, a decir si, a estar contento y alegre. A saltar, correr, subir, bajar, balancearse,… Derecho a no dar besos por obligación. Derecho a vivir la alegría de la vida.
Gracias por ayudarnos a seguir sumando.
Derecho a la singularidad humana, a que se vele por la integridad de su «elemento» (Ken Robinson) para lo que la educación debería dejar de responder a la lógica mercantilista, exitista y de positivismo exacerbado para ser simple y humanamente una con la VIDA.