Como profesional del aprendizaje, una de las labores importantes que hacemos previo al inicio del curso es la programación anual. Dentro de ésta, un punto destacado son los espacios y materiales. Nos paramos a pensar en las características de la edad, en el espacio habitable, mobiliario, tipo de materiales (de madera, cartón, plástico…). Miramos de qué manera se articula la relación entre el niño y su entorno (argumento constructor de diversas estrategias de juego). Se busca un espacio en el que transformar y crear, estableciendo un vínculo directo e inmediato con el objeto. Su disposición debe ofrecer una cierta plasticidad, gracias a la cual cada niño pueda adaptar su propia aventura. La voluntad trasformadora del niño de lo real a lo imaginario debe encontrar en la Escuela un lugar para su expresión plena.
Los elementos expuestos en el aula tienen como objetivo permitir al niño una gran libertad de decisión al no imponer la forma final. De este modo se trabaja el mundo creativo y estético del niño, aportándole un mundo de referentes abiertos y complejos. El objeto en sí, su disposición y el espacio que lo contiene son igual de importantes. El desarrollo de la propuesta y la motivación que genere en los niños depende de estos tres elementos: objeto, espacio y participante, y de la libertad lúdica del juego.
Los niños descubren el espacio en la exploración del entorno, enriqueciendo su bagaje sensorial, por lo que si disponemos un material rico de forma atrayente, tomarán multitud de matices. Se creará un libre divagar que se conforma desde enclaves espaciales y materiales bien organizados. De este modo los niños podrán descubrir el sentido más originario de un objeto. Conforme se acercan a cada objeto y su juego, descubriremos relaciones que les conectan con una realidad compleja. Objetos que otorgan motivación dinámica, como la trasformación espacial que implica, generando en el niño el sentimiento de control y el dominio sobre las situaciones. Cuando la disposición de los objetos es atrayente, los niños nos muestran un acercamiento al espacio mucho más rico y controlado.
La Escuela debe hacer posible que las experiencias que viven los niños con los espacios y los objetos, sean ámbitos estéticos y de placer. En el libro Territorios de la infancia dicen que “la estética es una realidad vital del ser humano, una realidad que debemos reclamar (…)”. Por todo esto, es tan importante pararnos a mirar el entorno que creamos alrededor del niño.
“Ya sea en el juego o en una actividad ‘menos seria’, si lo hacemos de manera creativa, experimentaremos y participaremos de las maneras de sentir la resonancia con el mundo como actitud estética y transformadora.” Javier Abad